La nada misma

Me dijo que no era la ciudad, que sea madura por una vez, que era yo.
No me conoce lo suficiente para convencerme de que estoy equivocada, cree conocerme pero no me conoce.
No se a quien escribirle, quizá sólo deba dedicarme a escribirme a mí y a nadie más, últimamente me deje muy abandonada.
Pase lo que pase, tengo que aprender a no descartar nada, puertas se abren y cierran al mismo tiempo.
Si no te gusta, no lo compres, nadie te está obligando a que consumas el producto, hay miles de cuerpos ahí expuestos para vos.
Tengo miedo de que cuando no estén yo no pueda valerme por mí misma, que no pueda estar fortalecida, sobrevivir sin la ayuda de nadie.
Solamente quiero dejar de imaginarme cosas que no existen en ninguna realidad posible.
Tampoco sería lo ideal irme para volver humillada con la cola entre las patas, dándole la razón al que me dijo que acá estaba todo bien y que yo era el problema.
Okay, me siento sola, no es que haya más juntos  es que ahora me siento más sola y me di cuenta de que a veces aunque me contradiga a mis más profundos principios, estar mal acompañada es mejor que  sola.
Sirve de algo lo que estoy haciendo? tendría que hacer otra cosa ? debería tomar otro camino? o algún camino coherente en vez de estar balanceándome en la cornisa?
La soledad se siente como... pensamientos que se quieren compartir pero no hay nadie, como abrazos desperdiciados, como palabras que se echaron a perder, como flores que se secaron y se cayeron.
Enamorarse de una persona que carece de empatía es uno de los errores más dolorosos  que viví.
El error de creer en alguien que no existe, el error de quererlo demasiado, de escucharlo, de sentir su dolor, aún sabiendo que no puede sentir el mío, como si su alma fuese impermeable al dolor de los demás, considerando el suyo como único e irrepetible.
Llega un punto en el que no me pude mentir más, que la escalera de falsedades felices que creé era de dudosa calidad.
Y cuando me dí cuenta que la escalera no llevaba a ningún lado, fue la nada misma.