Soy un cuentasueños, sí, me pagan simplemente por soñar, pero no es tan fácil como quisiera.
Es una calurosa mañana de enero de 3256, ya queda muy poco de lo que antes creí que existía, como el papel o el rollo fotográfico.
El trabajo es muy sencillo, simples electrodos son puestos en mi cuero cabelludo, reproducen en imágenes lo que mi mente produce en el sueño, si no se reproduce nada, no cobro, si no cobro no tengo dinero, sí, el dinero sigue existiendo.
Las imágenes son usadas por un productor televisivo para un nuevo programa: "Los cuentasueños", que paradójico no?, no soy el único, hay muchos junto a mí en estas camas con los ojos cerrados, pensando con los ojos cerrados.
Sería aprovechamiento, pero como me pagan, es lo que hay, ahora es lo que hay.
Mis sueños interesan por eso me contrataron, porque soñar en un cierto punto, soñamos todos, pero la imaginativa del sueño es lo redituable.
Los días no tienen claros ni oscuros, no recuerdo mucho el concepto del día.
Se podría decir que no tengo secretos, los más profundos van al PRIME TIME y todos pueden disfrutarlos, o en su defecto, horrorizarse al principio y tranquilizarse después de darse cuenta que ellos no soñaron lo que yo.
Mañana, siempre mañana, siempre es mañana, de mañana.
Siento que nada me pertenece, no tengo nada que pueda llegar a ocultar, apenas ven mis ojos abrirse, ellos saben todo, ellos saben todo, ellos, están siempre ahí.
Es difícil no tener secretos, no tener nada que ocultar... a nadie.
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