Una mancha en la pared, un hueco en el yeso, en la cal, unos discos pegados, no recuerdo el nombre.
Una música vieja, de épocas de neón y maquillaje, fluorescentes fantasías.
Un aroma de comida familiar, murmullos de madre, un viento frío, la ciudad en invierno.
Un gato que ronronea, una luz cálida, un ¿amor? que se fue.
El mundo sigue girando, aunque uno se quede parado, la tierra gira igual.
El tiempo, los minutos, los años, la vida, la felicidad todo pasa, nos demos cuenta o no, tengo que entender, tengo que descubrir, descubriME, a mí, quién soy y que quiero realmente, sentirme alguien.
Mi cama, sólo mia, la relación monogámica perfecta por excelencia, nos vamos a amar para siempre.
Mis paredes, escritos de mucho tiempo, mi placard, lleno de tantos colores, algunos que todavía no llegué a usar.
Clavos en la pared, cuelgan cuentas de colores, ya no las uso, me incomodan, me apretan , me molestan.
Una biblioteca con libros que no se relacionan en lo más mínimo, pero cada uno de ellos, en diferente medida, valen la pena.
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