Hoy recuerdo caminar por una calle con restos de frutos de plátano en la vereda.
Pasaron tres hombres, jóvenes, y como siempre hago, trato, los miro con cara sugestiva y ojos felinos y penetrantes y sigo de largo mirando un punto fijo.
Siento que detrás de mi manto de seguridad se esconde la nada misma.
Para seguir creyendo, a pesar de las cicatrices, los hundimientos,las redondeces y los tumultos, tengo que creer que lo esencial es invisible a los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario